Centro Educativo Comunitario. Barrio Ramón Carrillo... Soldati, en el sur de la ciudad

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Llegaron los libros a la Biblioteca del Centro

















Llegaron los libros


La mayoría de las veces que llegan libros nuevos a la biblioteca, “la bibliotecaria” que está dentro de mí hace la tarea que aprendió en Bibliotecología: revisar cada libro, sellarlo en la portada y en la página clave, clasificarlo, prepararlo para el préstamo…y a su lugar entre los demás. Puede suceder entonces que “la novedad” se disuelva entre los estantes, o que mediante propuestas especiales y recomendaciones, los libros nuevos sean presentados a los lectores. Aunque más de una vez, muchas veces más que una, me sorprendí viendo cómo los chicos parecen tener un radar para encontrar los libros nuevos entre los que ya conocen sin haberles dicho una sola palabra acerca de ellos todavía.

Cuando llegan libros nuevos a la biblioteca sucede también que nosotros, los profes, somos los primeros en verlos, en tocarlos…como moscas en la miel…y hay que vernos metiendo mano, abriendo ojos, soltando risas y suspiros, comentándonos primeras impresiones, festejando la llegada.

Pero hoy fue distinto. “Algo” en la caja, en el afiche, dejaba claro que los libros son para los chicos, los llamaba, detenía nuestro impulso adulto y docente de querer ver primero. Había libros recién llegados invitando a la ceremonia de presentación, a una fiesta de bienvenida.

La decisión fue entonces, dejar lugar para que sean los chicos los primeros en verlos, que seamos nosotros junto a ellos y no nosotros antes que ellos. Y fue una buena decisión, porque nos puso a la par, nos emparejó en la situación de lectores curiosos en un primer contacto con los libros nuevos.

Juntamos algunas mesas, pusimos un hermoso mantel rojo y sobre él, la caja, envuelta en una tela verde como un paquete de regalo. Y sobre la caja, el afiche doblado, el mensaje que esperaba.

Como todos los días, hay un momento después del almuerzo, en que hay varios chicos esperando para entrar a la biblio. Ahí hacen la tarea de la escuela o se quedan leyendo mientras esperan el horario de alguno de los talleres que hay en el Centro Educativo. Así que cuando entraron, enseguida vieron el paquete que esperaba y empezaron las preguntas y levó la curiosidad. Las maestras y los chicos de Apoyo escolar se sumaron a la propuesta, porque todos ellos participan mucho de la biblioteca. Guada y Ceci estuvieron convencidísimas de que la propuesta de recibir los libros merecía acomodamientos horarios y de las actividades de su taller. LA tarea de la escuela tendría que esperar. A nadie se le ocurriría que uno de los chicos se perdiera por eso lo que iba a pasar. ¿Cómo iban a faltar Brisa y Nayeli si lo primero que hacen cada vez que entran al CEC es pasar por la biblio? ¿Habría algo más importante para Ditter o Eugenia en ese momento? Ni hablar de las ganas que tenían “las seños” de perderse entre libros junto a sus alumnos.

Y sí, algo había que decir. Les hablé brevemente de cómo se va formando el fondo documental de la biblio, de dónde y por qué llegan libros. Hablé del Ministerio de Educación (¡Mi-nis-te-rio de educación! Me pregunto a qué les habrá sonado) , de sus responsabilidades y propuestas….y de la decisión de que haya en barrios como Carrillo los mejores libros para ellos…nada más. Breve, pero dicho.

Entonces le pedí a Ditter que se fijara qué decía el papel que estaba sobre el paquete y él lo desplegó. Otros chicos leyeron: ¡Llegaron los libros! Prestamos atención a la alegría que transmite la imagen de la nena del afiche, vimos libros como globos, como barriletes, elegimos un lugar en la biblio para dejarlo pegado.

Entre todos desenvolvieron el paquete, abrieron la caja, empezaron a sacar los libros. La verdad es que no hizo falta demasiada advertencia nuestra acerca del cuidado. Este será uno de los reflejos del trabajo sostenido al respecto. Así, que muy relajados enseguida nos encontramos leyendo, mirando, nadando entre los libros, acariciando sus diferentes texturas, dejándonos sorprender, dialogando con ellos y entre nosotros.

Algunos chicos fueron señalando cuáles eran libros que ya teníamos en la biblio…y celebramos la posibilidad de tener más de un ejemplar, para poder llevarlos a casa. Nayeli y Brisa relacionaron los libros de Browne entre los nuevos y los que ya estaban en la biblio (los conocían de la escuela). Eso estuvo muy bueno, parecía como si les dijeran a los libros “Tranquilos recién llegados…Miren, acá hay algunos hermanos de ustedes”, porque los acercaban, los comparaban, los apilaban.

La escena era infinitamente rica. De lejos podría verse como mesas con un montón de libros desordenados y lectores desordenados también, en un revoltijo sin sentido (a más de un bibliotecario le hubiera subido la presión). Ah! Pero acercase y empezar a mirar y a escuchar era descubrir lo que sucedía con cada uno y entre todos, entender y disfrutar, asombrarse.

Había quien elegía un libro y se retiraba de la mesa buscando un rincón más tranquilo, y quien leía solo, pero en medio de un carnaval, como suspendido entre el movimiento y el barullo como si no existieran, o por lo menos como si no le molestaran. Pero la mayoría de los chicos, quería compartir cada descubrimiento con las maestras o conmigo. Pedían que les leyéramos o nos leían a nosotras. Algunos compartían cada acción con un compañero y la aventura era de a dos. “¡Mirá, mirá!” era la música de fondo incesante.

(…)

Tenía que irme y los chicos también. Llevó un tiempo de amables pedidos para que acabáramos de guardar los libros en la caja otra vez. Y ahí quedaron las ganas, una punta en cada chico y la otra punta entre los libros que por esta vez, volvían a la caja. Y sí, por lo menos tengo que sellarlos con el nombre de la biblioteca.

¿Se habrán sentido los libros bienvenidos? ¿Qué cosas se habrán comentado entre ellos esta noche, adentro de la caja, acerca del estreno, del encuentro con los chicos?

María Inés

1 de julio de 2009